Desde pequeño siempre imaginaba ser director de fotografía de la última superproducción de Hollywood, buscando localizaciones y encuadres y preparando el plató con miles de focos.

Con el primer dinero que gané, tenía 15 años, compré mi primera moto: una Vespino GL que se caía a trozos, y con la que descubrí la sensación de libertad.
A los 17 entré a trabajar en una fotomecánica y mi primer sueldo fue directo a una réflex de segunda mano que había visto en el escaparate de una tienda de fotografía.
No sabía como funcionaba, pero con el tiempo fui aprendiendo a entenderla.

De las estaciones de preimpresión Heidelberg, con escáneres cilíndricos donde aprendías a manejar el color sin ver las imágenes en pantalla, pasé a utilizar uno de los primeros Quadra 950 de Apple que se instalaron en Barcelona. Y a manejar un programa que acababa de salir y prometía ser una revolución: Adobe Photoshop.

Aprendí fotografía escaneando, revelando y retocando las diapositivas de libros de arte y proyectos de fotógrafos consolidados, así como trabajando para museos, editoriales y publicistas.
Poco a poco me adentré en el diseño gráfico, y con el tiempo, algún cliente se fijó en mis fotos y empezaron a encargarme a mí los trabajos. Primero fue con la fotografía de producto y poco tiempo después la publicitaria.

Llega un punto en el que decido que me llena mucho más la fotografía y, dando un giro radical, me sumerjo de lleno en ella.

Y aquí sigo.

Especializado en fotografía social, editorial y enamorado de la fotografía de arte erótico.

De una elegante mirada cinematográfica, mis imágenes se caracterizan por su sencillez, calma y complicidad con la modelo, a la que suelo vestir con un contrastado blanco y negro.

Si no conoces mi trabajo, pásate por mi portfolio, lo tienes aquí.

Y sí, también soy fotógrafo social y editorial. Puedes encontrar mi otra faceta aquí.